Gonzalo Torrente Ballester

Cuando el 14 de marzo, a la hora del té, en la Romana, mi marido y yo tratábamos de obtener de la memoria de Gonzalo Torrente algunos datos para escribir una brevísima biografía, destinada a un periódico local, con motivo del homenaje que Galicia le tributaría unos meses más tarde, la conversación derivó, sin que nos diésemos cuenta, hacia un libro profundamente emotivo de un autor feo, de largos brazos, genial y de nombre Jean Paul Sartre.
Me refiero a Les mots. En él el autor expone la progresiva ascensión hacia la identidad entre el sujeto Sartre y el escritor Sartre, es decir, hacia la coincidencia del hombre con el nombre. Fue entonces
cuando surgió una pregunta: ¿Cómo, cuándo y por qué Gonzalo Torrente decidió ser escritor?, o bien, ¿corresponde esta realidad a una decisión adoptada en un determinado momento, o sucedió de forma inadvertida hasta llegar a ser un hecho consumado? Torrente sonrió divertido y dijo: Probablemente sea algo que se formó en la infancia. Quizá el mundo que me rodeaba... me gustaría saberlo..., "el artista es la supervivencia del niño en el hombre", como dijo Goethe. Las historias de su infancia comenzaron a fluir
de su boca y de sus sueños. Aquella voz me fue arrastrando hacia un mundo hermoso, lleno de sorpresas, de vientos ululantes, de luciérnagas y sirenas. Me sentí conmovida ante tanta lejana belleza.
Intenté, sin embargo, despabilar mis sentidos para separar lo valioso de lo pequeño, lo accesorio de lo trascendental.